La Enfermera del Hospital Vargas

Venezuela aún sufría la convulsión de los disturbios y matanzas ocurridas durante "El Caracazo" de febrero del año 89, cuando una serie de medidas económicas impuestas por el Presidente Carlos Andrés Pérez provocó un levantamiento popular que terminó en saqueos generalizados por toda la capital.

En medio de este caos, Magda Gómez se encontraba llevando a su hijo Sebastian en brazos. El niño estaba prendido en fiebre y con dolencias fuertes, y Magda, siendo madre soltera y luchando contra la difícil situación económica del momento, hacía lo imposible por darle de comer a su pequeño. Sin más remedio y víctima de la desesperación, decidió llevar a su niño al hospital Vargas.

Magda cruzó la plaza del Panteón nacional, atravesando el barrio Altagracia, encomendándose a Dios para que ningún malandro los acechara. Finalmente, llegaron a emergencias, donde una doctora la llevó a un largo pasillo y puso al niño en una camilla, pidiendo a la madre que aguardara mientras se retiraba.

Las horas pasaron mientras la noche se hacía más intensa. En aquel pasillo, apenas se escuchaba la débil voz del presentador de Radiorama anunciando alguna canción de Ilan Chester. Un aire frío sopló fuertemente en aquel pasillo de hospital cuando, de pronto, una enfermera apareció frente a Magda.

La enfermera y Magda fueron a la camilla, donde el niño temblaba con fuertes escalofríos. Al escuchar eso, la doctora peló los ojos y sintió cómo su piel se erizaba.

Magda y Sebastian finalmente se recuperaron gracias a la ayuda de esa misteriosa enfermera. A medida que el tiempo pasaba, la historia de la "Enfermera del Vargas" se convirtió en una leyenda en el hospital, y muchos médicos y enfermeros esperaban su aparición en momentos de extrema necesidad.

La Quinta Maida no era el único lugar de Venezuela donde lo paranormal se entrelazaba con lo cotidiano, y estas historias misteriosas dejaban a todos preguntándose sobre los secretos ocultos en las sombras del país.

Sin embargo, en las noches de cuaresma, otro lamento también se hacía presente en los alrededores del Hospital Vargas en Caracas. Era el lamento de Dolorita Pérez, una mujer cuyos oscuros secretos y prácticas ilegales la persiguieron incluso más allá de la muerte.

Dolorita siempre quiso ser enfermera en el Hospital Vargas de Caracas. Sabía inyectar y realizar uno de los trabajos más oscuros: practicar abortos y mantener secretos de hijas de personas poderosas.

En la Caracas de los años cincuenta, Dolorita se ganó una reputación como una figura respetada, incluso más que algunos generales. Realizaba abortos clandestinos en su casa, obteniendo dinero de sus clientes para llevar a cabo estas operaciones oscuras. Sus habilidades eran conocidas solo por unos pocos, y sus pacientes sabían que estaban en manos de una experta.

Sin embargo, Dolorita cargaba con el peso de su conciencia. Cada vez que realizaba uno de estos procedimientos ilegales, sentía una amargura que la atormentaba. A pesar de los ingresos que generaba, sabía que lo que hacía estaba mal.

En sus últimos días, las dolencias se apoderaron de su cuerpo, y aunque no quería dejar de realizar estos trabajos, se sentía cada vez peor. A pesar de su éxito en el mundo de las sombras, Dolorita empezó a cuestionarse su propia existencia y las consecuencias de sus acciones.

Un día, cuando se disponía a realizar otro aborto en su cuarto, comenzó a sentirse mal. Intentó llegar al Hospital Vargas con la ayuda de su amigo Frank, pero algo extraño la tenía atrapada. Sus piernas se volvían pesadas, y una sensación abrumadora la envolvía. Mientras luchaba por llegar al hospital, Dolorita comenzó a llorar y a pedir perdón, sintiendo el peso de su culpa.

Finalmente, en un momento oscuro, Dolorita Pérez murió. Desde entonces, en las noches de cuaresma, se escucha el llanto de una mujer a las afueras del Hospital Vargas en Caracas. Las personas dicen que es el fantasma de Dolorita, atormentada por sus acciones en vida y buscando redimirse en la muerte. Su lamento se mezcla con la leyenda de la "Enfermera del Vargas", creando una atmósfera aún más misteriosa en los alrededores del hospital.

Estas historias, tanto la de la "Enfermera del Vargas" como la de Dolorita Pérez, dejan a todos preguntándose sobre los secretos y las sombras que se esconden en los pasillos y callejones de Caracas, tejiendo un misterio que perdura en el tiempo.

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