El pájaro


Mis primos vivían en una casa enorme en el centro de la ciudad, era una familia de seis, dos chicas y dos chicos, mi tío y mi tía. Siempre nos invitaban a pasar las vacaciones de verano allá, pues la ciudad siempre fue más divertida que el pueblo y mi madre podía descansar de tener la responsabilidad de nosotros, pues era madre soltera y todos los días tenía que arreglárselas con el trabajo y las tareas domésticas. Conforme crecimos nos hicimos cargo, mi hermano y yo de la casa, pero aún así era cansado para ella. 

Aquel verano era caluroso en exceso, recuerdo que por las noches llovía como si se tratara del diluvio, pero por el día siempre sentíamos el bochorno del clima cálido.

Mis tíos ya tenían una habitación asignada para mi hermano y yo, cada vez que llegábamos, las camas estaban preparadas y los armarios listos para guardar nuestra ropa. Todos éramos de la edad, mi prima, la más grande tenía quince años. Aquel verano, mi prima andaba de novia con un tipo de su escuela, así que casi no estaba en la casa ni pasaba tiempo con nosotros. 

Mis tíos trabajaban desde las nueve hasta las seis de la tarde, así que todo el día nos la pasábamos haciendo lo que quisiéramos, desde ver películas hasta jugar juegos de mesa. Una tarde, mis tíos dijeron que iban a salir a cenar con unos amigos, que teníamos permiso de pedir pizza y ver películas. Le pidieron a mi prima, la mayor, que se encargara de cuidarnos, pero como buena adolescente enamoriscada, invitó a su novio y se encerraron en su habitación. 

Cenamos, estuvimos viendo la televisión, pero nos aburrimos. A mi hermano se le ocurrió que podíamos jugar a las escondidas. Dado que era una casa grande, decidimos que podía ser un buen reto para quien le tocara encontrar a los demás. El piso de abajo incluía la cocina, el comedor, la sala, el estudio, una especie de bodega donde guardaban comida y el vestíbulo que tenía un mueble en el que reposaba un teléfono alámbrico.

Al principio todo iba bien, nos escondíamos, nos encontrábamos y corríamos para tratar de llegar a la base antes que el buscador. Fue cerca de las once de la noche que sonó el teléfono, que el juego se convirtió en miedo. Yo era el más cercano al teléfono porque a mí me tocaba buscar y justo estaba por ahí. Cuando contesté me sorprendió oír una especie de respiración pesada, como si el que estaba al otro lado no pudiera respirar bien. 

Pregunté de quién se trataba varias veces, pero al no recibir respuesta, decidí colgar. Para ese momento ya tenía una sensación de incomodidad, de pronto la casa me pareció muy silenciosa y más grande de lo que era. Subí las escaleras para buscar en el piso de arriba, pues en la parte de abajo no encontré a nadie. Rápidamente, pillé a mi hermano y mis dos primos, faltaba mi prima, la más pequeña. 

Entre todos buscamos, pero no la encontramos. Decidimos bajar de nuevo, pues tal vez me faltó buscar en algún lugar, pero ya comenzaba a sentirme nervioso, algo me molestaba y tenía que ver con esa llamada. 

En cuanto llegamos al vestíbulo, el teléfono volvió a sonar. Mi primo fue a contestar antes de que pudiera decirle que no.

―¿Quién es? ―preguntó con su voz de niño―. ¿Hola? ¿Papá?

Colgó el teléfono y nos miró como si no entendiera qué pasaba. Eso ya me pareció demasiado extraño, así que llamé a mi prima para que nos ayudara, pues ella era la más grande, además de que estaba su novio. Mandé a mi hermano y a uno de mis primos hacia arriba para que fueran a buscarlos, llegué a pensar que tal vez ellos eran quienes nos estaban jugando una broma, pero también tenía el pendiente de mi prima la más pequeña. 

Yo me dedicaría a buscar a mi prima, la llamé por su nombre y mi otro primo igual, pero no respondía. Mi prima bajó con su novio, venía malhumorada y tenía su cara de enojada, antes de que me dijera algo, le expliqué lo que estaba pasando, pero ella pensaba que estábamos bromeando con ella. Así que se enojó, tomó a su novio de la mano y empezaron a subir las escaleras. Pero entonces el teléfono empezó a sonar de nuevo. 

―¿Qué quieres? 

―Esta casa tiene muchos escondites ―dijo una voz como contorsionada―. No has buscado en todos. 

―¿Le hiciste algo a Mili? ―mi hermano y mis primos me mirada desconcertados―. ¿Qué quieres? 

―Busquen, yo les diré si están fríos o calientes. 

Le hice una seña a mi prima para que llamara a la policía, pero ella solo vino hacia mí, me quitó el teléfono y enojada dijo que dejara de bromear. Pues pensaba que era su hermana la que estaba llamando al teléfono. El novio fue al estudio, pues era el único lugar en donde había otro teléfono, pero estaba solitario. 

De pronto, mi prima dejó caer el teléfono y corrió hacia la bodega donde guardaban la comida y demás. Todos la seguimos, pues soltó un grito y su expresión fue de terror total. El problema fue que la bodega estaba cerrada por dentro, era imposible abrirla. Mi prima empezó a gritar que Mili estaba adentro y que debíamos sacarla. Mis primos empezaron a llorar, mi hermano solo tenía los ojos muy abiertos, pero se quedó paralizado. Entre todos, golpeamos la puerta y logramos romper un poco la madera. El novio metió la mano y logró mover el seguro, cuando abrimos la puerta, mi prima fue la primera en entrar y entonces soltó un grito que me heló la sangre. 

Me metí también para ver qué estaba pasando y casi vomito cuando vi un gato abierto a la mitad, con sangre y los intestinos de fuera. 

De pronto, escuchamos la puerta de entrada azotarse con fuerza y tanto mi hermano como yo corrimos hacia allá. La puerta estaba abierta, pero desde fuera no se veía a nadie. Casi por puro instinto empecé a gritar el nombre de Mili, el novio habló a la policía porque mi prima estaba demasiado impactada, mis otros primos la estaban cuidando. Mi hermano y yo empezamos a buscar a Mili como locos, yo ya me la imaginaba muerta, pero entonces escuché su pequeña voz decir que ganó el juego porque nunca la encontramos. 

Salió del interior de un armario en el estudio. La verdad nunca se me ocurrió buscar ahí adentro, yo pensaba que estaba cerrado con llave. 

Mis primos empezaron a llorar mientras abrazaban a Mili, el novio nada más tenía cara de que todo era bien loco. 

―Mi amigo dijo que, si me quedaba muy calladita, ganaría el juego y gané. 

Nos dijo tan inocente, inconsciente de todo lo que pasamos. Cuando le preguntamos quién era su amigo nada más nos dijo que era un pájaro grande, pero que era muy amigable y le dijo donde podía esconderse. 

Cuando la policía llegó, les contamos todo lo ocurrido. Mis tíos llegaron casi al mismo tiempo, nos abrazaron a todos y dijeron que todo estaría bien. Concluyeron que el tipo estaba usando una máscara, pero no lograron encontrar alguna pista que nos condujera a él. Resultó que la llamada provino de un teléfono móvil desechable, lo encontraron en el piso de arriba, cerca del cuarto de mi prima la mayor. Pero no tenía huellas ni nada. El gato murió recientemente, así que dijeron que tal vez el tipo de la máscara lo mató poco antes de empezar con las llamadas. 

Mis tíos se cambiaron de casa, la vendieron a un precio mucho más barato y encontraron compradores a pesar de que se les advirtió que no lo hicieran.

Hasta la fecha no sabemos en qué momento entró, no sabemos por qué no nos hizo daño, tal vez solo quería asustarnos, tal vez esa era su forma de divertirse. Casi nunca sacamos el tema a colación en las reuniones familiares; sin embargo, Mili desarrolló un pavor hacia los pájaros. En cuanto ve uno, se pone como loca, así se trate de una simple paloma.

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