El Cerdo Que Vino De Noche Un Relato De Minerva Vega




Les comparto un relato que me "heredó" mi abuelita adoptiva, (Agustina) no soy mucho de compartir relatos, pero en esta ocasión hago una excepción.

Mi hermano era maestro rural, recien acababa de terminar su carrera  y fue asignado a dar clases en una pequeña escuela en uno de tantos ranchitos ubicados en el estado de Michoacán. Aunque en realidad no era una escuela en si, sino una edificación que en épocas anteriores había sido quizá parte de una hacienda, se componía sólo de un salón bastante amplio, en dónde mi hermano impartía clases, desde el primer grado hasta el quinto grado, Sí, ya se que suena extraño, pero en ese tiempo era tanta la escaces de maestros rurales, que los pocos que había, estaban obligados a impartir clases de esa manera, dividía a los alumnos dentro del salón de clases, de tal forma que quedaban reapartidos según fuera su nivel escolar, la cantidad de niños no era muy grande, así que aunque fueran de diferentes grados, no se le complicaba en gran  medida su labor de enseñanza. La pequeña escuela tenía un patio muy extenso y en el medio de éste se alzaba la bandera nacional. A unos 50 pasos del  salón de clases, estaba lo que le llamaban "la casa del profesor", era una estancia amplia, tenía una puerta y una ventana de regular tamaño, pero adentro, sólo estaban la cama, una mesita de noche, un cajón en dónde guardaba su ropa y un escritorio ya bastante viejo y rústico al igual que la silla con la que hacía juego. En aquel tiempo el rancho no contaba con luz eléctrica, de tal manera que la única forma de alumbrarse por la noche era con lámparas de petroleo.

Cómo era costumbre en los ranchos de aquel entonces, el baño estaba afuera, alejado de la casa, se llegaba a el cruzando todo el patio, y junto a éste, se encontraba una pila grande de agua. La escuela estaba separada del resto del caserío, así que prácticamente mi hermano estaba solo y apartado de los demás pobladores, salvo por las horas de clase y las visitas de algunas madres de familia que le proporcionaban alimentos 2 veces al día, pero llegada la tarde ya nadie lo visitaba, todos se retiraban a sus casas a descansar.

Cierta noche en que mi hermano se encontraba revisando las tareas escolares, alumbrado sólo por la luz de la única lámpara de petróleo con la que contaba, se dio cuenta que los grillos dejaron de cantar, de hecho, todo quedó en total silencio, nada se escuchaba, ni siquiera los acostumbrados ladridos lejanos de los perros, que aunque esporádicos, no dejaban de escucharse durante la noche, pero en ese momento parecían no existir, permaneció por unos minutos pensando en el porqué de aquel extraño silencio, de pronto, escuchó el sonido de lo que parecía era un cerdo, debía ser de gran tamaño porque su gruñido era bastante fuerte y parecía estar embravecido, le pareció extraño escuchar a un cerdo dentro del patio de la escuela, pero imaginó que tal vez se había escapado de alguna de las casas de los vecinos del rancho, sin hacer mucho caso, trató de concentrarse  en su trabajo, ya mañana irían los dueños del cerdo a buscarlo, pensó, pero fue interrumpido por unos golpes que azotaban la puerta, al parecer, aquel cerdo estaba "topandola" gruñía con furia tratando de entrar, mi hermano se alertó un poco, si era un cerdo excesivamente grande, que al parecer sí lo era, no podría controlarlo el solo, pero se tranquilizó casí en seguida al recordar que la puerta a pesar de no ser de gran tamaño, era fuerte y además tenía "tranca" y era imposible que aquel cerdo o lo que fuera, logrará entrar tan fácilmente.

Cesaron los golpes, mi hermano se tranquilizó imaginando que ese animal ya se había ído y volvió a concentrarse en su trabajo. No pasó  mucho tiempo cuándo escuchó otra vez el gruñido del cerdo, pero esta vez era mucho más fuerte y atemorizante, se escuchaba furioso, mi hermano podía oír cómo corría por todo el patio de la escuela, de un lado a otro gruñendo y golpeando con sus patas el suelo, eran golpes fuertes que le provocaban miedo, quizá no era un cerdo, quizá era un toro o un caballo, pensó, pero no bramaba ni relinchaba, sino que gruñia, seguro era un cerdo,  mi hermano abrió con cuidado la cortina de la ventana para tratar de ver que tipo de animal era aquel, la noche era clara con una gran luna que iluminaba todo el patio, entonces pudo ver cómo un cerdo enorme, corría dando vueltas al rededor de la pila del agua, después cruzó corriendo a gran velocidad todo el patio, hacía la casita dónde se encontraba mi hermano  y de repente desapareció, mi hermano sorprendido, se acercó más a la ventana para tratar de ver hacía dónde se habia ído, cuándo de pronto se topó de frente con la cara  del cerdo que lo miraba del otro lado de la ventana, sus caras estaban muy cerca una de la otra, sólo separadas  por el vídrio grueso que tenia la ventana. Mi hermano lanzó una groseria y dió un salto hacía atrás por la impresión, el cerdo estaba parado en sus piernas traseras y con sus manos apoyadas contra la ventana le sonreía de manera diabólica, y sucedió lo impensable, el cerdo le habló, lo llamó por su nombre mientras le pedía que lo dejara entrar, mi hermano sintió que se le congelaba la sangre en las venas y se le aflojaban las piernas, no podía creer lo que veía y escuchaba, quedó por un momento en shock, con los ojos desorbitados y ahogando un grito de terror en su garganta, sin poder reaccionar, pero aún le faltaba por vivir  lo peor, cuándo logró reponerse un poco y temblando de pies a cabeza, empezó a rezar con la voz quebrada y llena de pánico los rezos que se sabía porque él era ateo o al menos eso era lo que él decía y sólo atinaba a repetir algunas oraciones que le había escuchado decir a mi madre, entre ellas, fragmentos del padre nuestro, y que afuerza de tanto oírlas se le habían quedado grabadas, el cerdo entonces, empezó a reír a carcajadas, mientras ante la mirada aterrorizada de mi hermano se íba transformando , cuenta mi hermano que aquel cerdo cambió de apariencia, poco a poco,  a la luz de la luna miró cómo las  patas se le convirtieron en las de un asno, el torzo parecido al de un humano pero cubierto con lo que parecían ser escamas, brazos largos y fuertes cómo los de un simio, pero sin pelo y manos toscas con garras, su cabeza y cara se transformarón en las de un macho cabrio, con los ojos profundamente negros y brillantes, era totalmente negro y de gran estatura, ya convertido en aquel horrible ser, seguía llamándolo por su nombre mientras se caracajeaba de manera horrenda y burlona y le pedía que lo dejara entrar, mientras arañaba con fuerza  la ventana. Mí hermano estaba lleno de terror y ya no le salían más rezos, sólo recuerda que lo último que alcanzó a decir desde lo más profundo de su corazón, fue " En el nombre de Jesucristo vade retro satan" Frase que había leído alguna vez en un libro, y que según se decía, sirve para ahuyentar al diablo,  haciendo la señal de la cruz, sintió cómo sus piernas se quedaban sin fuerza y ya no supo más. Al día siguiente cuándo abrió los ojos, se encontró tendido en el piso frío de aquel cuarto, recogió sus pertenencias y salió del ranchito, jamás volvió a áquel lugar. Desde entonces no soportaba estar de noche cerca de alguna ventana y le tenía pavor a los cerdos.

P.D  Doña Agustina me contó, que cuando su hermano ya era un hombre maduro, le confesó que antes de tener esa horrible experiencia, había intentado hacer un pácto con el diablo, pero que al darse cuenta de lo que tenía que hacer para cerrar el pacto, desistió. Pero esa es otra historia que mi abuelita adoptiva me heredó y  que tal vez me aníme a contar en otra ocasión...


CREDITOS AL AUTOR !!!!

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