La Bruja del Rancho

 



Sucedio hace aproximadamente 40 años, en aquella epóca a los profesores recien graduados los solían envíar a impartir clases a las rancherías, que en ocasiones estaban bastante distantes de los pueblos.

Mi hermana no fue la excepción, cuando se graduó de maestra, la enviaron a un ranchito llamado Jesús María que estaba bastante alejado del pueblo más cercano, al ser mi hermana soltera y joven, mis padres decidieron que se presentara como mujer casada, que me llevara con ella y me hiciera pasar como su hija, pues pensaban que eso le daría respeto ante la gente del rancho a donde iría a impartir clases y de alguna manera evitaria los peligros propios, que una muchacha de esa edad corre. Yo apenas tenía 4 años, sin embargo recuerdo todo con mucha  claridad, siempre he tenido una excelente memoria y tengo bastantes recuerdos de mi infancia, incluso desde que tenía menos edad.

Pues bien, mi hermana decidió que partiríamos de casa un viernes a media tarde, pues quería llegar al pequeño rancho dos días antes de iniciar sus labores, para prepar la casa que nos había sido destinada para vivir, y arreglar otras cosas relacionadas a su trabajo. Así lo hicimos, mi madre preparó mi maleta nos dio miles de bendiciones y besos y nos fue a despedir a la central camionera de la ciudad. Hicimos como tres horas de camino y llegamos a un pueblo , que la verdad no recuerdo el nombre, serían quizá como las 5:30 0 6 de la tarde, bajamos del autobus, dejamos las maletas encargadas en la central de camiones y nos dirigimos a la tienda del pueblo, ahí mi hermana compro algunas provisiones, entre ellas medicamentos y artículos de primeros auxilios, muchas velas y veladoras, cajas de cerillos, comida enlatada y algunas cosas más. Se lo pusieron todo en una caja y la cerrarón de manera segura. El ayudante del tendero nos ayudó a llevarla a la estación de camiones del pueblo y ahí esperamos por un tiempo más. Estaba a punto de oscurecer cuando vimos acrecarse una carreta tirada por un caballo, en ella venían dos jovenes como de 14 y 16 años y un señor montado en otro  caballo, era el padre de uno de ellos. El señor le preguntó a mi hermana si ella era la nueva profesora de Jesus Maria, a lo que mi hermana contestó que sí, obviamente era puro formulismo porque era evidente que mi hermana y yo eramos las únicas personas extrañas en aquel pueblo. 

Los muchachos se bajaron  de un salto y subieron las maletas a la carreta, despues nos ayudarón a mi hermana y a mí a subir, nos acomodamos como pudimos  y emprendimos la marcha, el señor le dijo a mi hermana que sería una hora de camino para llegar al rancho, cuando tomamos camino, la noche había caído ya y apenas y si se veía la vereda por donde íbamos, nos alumbrabamos con lámparas de petroleo, pero esa luz no era suficiente para alumbrar todo el camino. “No se preocupe maestra” Le dijo el señor a mi hermana, "nosotros nos sabemos el camino de memoria y no nos perderemos". Yo intentaba mirar más allá de lo que mis ojos alcanzaban a ver pero era imposible, no se veía otra cosa que la oscuridad más completa, yo tenía mucho miedo, me daba la impresión de estar entrando al vacio absoluto y temía caer en el y perderme en la nada. No sé si no lloraba porque el miedo me lo impedía, pero no lo hacía, iba demasiado atenta a los ruidos que se escuchaban, a esos ruidos caracteristicos del campo cuando cae la noche,  el canto de los grillos, las ranas, el crujir de las ramas y hojas cuando los caballos y la carreta las pisaban, podía sentir el viento frío y silencioso rozar mi cara y mirar las luciernagas a nuestro paso, entre los árboles que rodeaban el camino. Los muchachos platicaban entre ellos, mientras mi hermana y el señor intercambiaban información del rancho y sus habitantes. El cielo estaba lleno de estrellas, se miraban tan cerca que parecía que se podían tocar con las manos, para mí resultaba extraño mirar a mi alrededor y observar las luces brillantes de las luciernagas en medio de la oscuridad  y voltear al cielo y verlo plagado de estrellas, parecía que el cielo y el camino por donde ibamos eran una extensión de lo mismo, aquello era algo que a mi corta edad no podía entender.

No sé cuanto tiempo llevabamos de camino, cuando de pronto los caballos se empezaron a poner inquietos, y se pararon en seco, entonces escuchamos algo que provenía de entre los árboles, a medida que se iba acercando a donde nosotros estabamos, los caballos resoplaban más fuerte y movian sus patas como queriendo salir a galope.Todos se pusieron nerviosos y alertas yo no entendía lo que pasaba. El señor sacó una pistola y los muchachos empuñaron sus machetes, uno de ellos se puso en guardia  al lado de nosotras, mientras mi hermana me acercaba a ella y me rodeaba con sus brazos, y de pronto, de entre los árboles salió una señora vestida de negro, a la luz de las lámparas de petroleo le pudimos ver el rostro, era completamente blanco, sus ojos eran grandes,  negros y opacos no tenía expresión alguna en su rostro, pero cuando abrió su boca para hablar, salió de ella un olor putrefacto que inundó todo el ambiente y que a mí me produjo mucho asco, “llevenme con ustedes” dijo, en ese momento los caballos relincharon llenos de temor, alzarón sus patas delanteras y salieron a todo galope, en medio de aquel caos mi hermana me soltó de su brazos y fue entonces que yo caí de la carreta, el muchacho que nos hacía guardia, rapidamente me alzó en sus brazos y me rodeó contra su cuerpo con su gaban, mientras mirabamos como la carreta con mi hermana y el otro chico se alejaban tirados por el caballo que se había vuelto loco, al igual que el caballo en donde iba montado el señor.

Nos quedamos ahí, en medio de la oscuridad aquel muchacho y yo,  teniendo por horrenda compañia a  aquella señora, que obviamente no era nada de este mundo. No la veíamos del todo bien, pero podiamos escuchar su respiración y su nauseabundo jadeo a cada paso que dabamos.  “dame a la niña, yo te ayudo a cargarla” escuché que le dijo al chico, él le respondió que no, que él podía conmigo y que no necesitaba ayuda, mientras caminabamos, ella seguía insistiendo que lo dejara cargarme, mientras se paseaba a nuestro alrededor como si flotara, yo estaba muerta de pánico, trabada o en shock porque no podía llorar, aunque deseaba hacerlo, y rogaba a mi ángel de la guarda,  porque aquel chico no cediera a la petición de aquella horrible  mujer. “sabes que puedo arrancarla de tus brazos si quisiera, lo sabes verdad”? Le dijo esa horrenda mujer al muchacho. No puedes, le respondió el muchacho con firmeza, mientras con un brazo me sujetaba fuertemente y con el otro alzaba su machete. Fue entonces que se escuchó el grito de furia más espantoso y aterrador que he escuchado en mi vida, aquella mujer se puso enfrente de nosotros y abrió su enorme boca,  sus ojos se encendieron como brazas ardientes, mientras su pelo se alzaba como si una corriente eléctrica la hubiera alcanzado, todo mi pequeño cuerpo se estremeció de un inmenso terror, lance un grito mientras sentía  que algo me jalaba hacía un pozo muy oscuro y ya no supe más de lo que pasó despues. Sólo recuerdo haber despertado en una cama extraña y rodeada de mi hermana y otras personas, incluyendo al señor que había ido por nosotros y el muchacho que se había ido en la carreta cuando el caballo huyó.  Me dejaron descansar todo ese día y una vez que me recuperé, me hicieron muchas preguntas, a las cuales no supe responder, solamente les dije que uno de los muchachos, de los que fueron por nosotros al pueblo, no había dejado que la bruja me llevara. Noté que me miraron con extrañeza pero no dijeron nada. Mucho tiempo despues, cuando yo era mayor, y recordando sus anécdotas como maestra rural, mi hermana me dijo que aquella vez que nos sucedió eso en Jesus Maria, no había 2 muchachos, sino sólo uno, que fueron sólo el papa y su  hijo, (el que se fue con ella en la carreta cuando el caballo huyó) quienes nos habían ido a recojer al pueblo para llevarnos al rancho, así que nunca supieron quien fue el otro muchacho al cual había yo mencionado. Y yo tampoco nunca supe como fue que llegué al rancho sana y salva. "Tu ángel de la guarda" nos dijo mi mamá. Y si creen que deje de acompañar a mi hermana a sus labores como maestra rural, se equivocan, lo seguí haciendo por dos años más.

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