El Invitado Especial

 Había un hombre llamado don Manuel, conocido como el magnate más influyente de la región debido a su inmensa fortuna y vastas propiedades. Don Manuel tenía la costumbre de imponer su poder en cada ocasión que podía. Cuando su única hija cumplió quince años, decidió organizar una fiesta monumental para que todos pudieran atestiguar su riqueza y estatus. Envió a sus empleados a invitar a personas de todos los rincones de la región, sin importar su posición social, quería que la celebración de su hija fuera un evento masivo. En tono de broma, les dijo a sus empleados que incluso el diablo debería estar presente en la fiesta.


El gran día llegó y la finca de Manuel estaba abarrotada de invitados. Él se sentía más orgulloso de su exhibición de riqueza que su propia hija por su cumpleaños. Gente de todas partes se congregó allí, disfrutando de comida y licor gratuitos que no se habían visto antes en la región.


Se sirvió comida y licor de manera generosa, y llegó el momento del baile de quince años. Para elegir a los quince jóvenes que bailarían con la homenajeada, se realizó un sorteo. Aunque la joven prefería que fueran personas conocidas, su padre insistió en que todos los invitados menores de veinte años participaran en el sorteo. Si el diablo había sido invitado, entonces debía participar en el baile.


El sorteo incluyó a más de cien jóvenes, y solo quince resultaron seleccionados. Cinco de ellos eran conocidos de la joven, pero los otros diez eran desconocidos para ella. El baile transcurrió con normalidad hasta que llegó el último chico. La joven se sintió incómoda al entregarle su mano, notando algo extraño en él. A medida que avanzaba el baile, sintió un mareo creciente y perdió la conciencia de su entorno. El chico no hablaba, solo silbaba la canción, lo que la inquietaba aún más. Finalmente, cuando terminó el vals, le reveló en un susurro que había bailado con el invitado especial de su padre.


La joven se desplomó, pero algunos jóvenes cercanos la sostuvieron antes de que cayera al suelo. Todo se volvió caótico, ya que la mayoría de los médicos presentes estaban ebrios. El menos ebrio la llevó a su habitación y, después de un examen preliminar, anunció que estaba embarazada. Esto enfureció a su padre, quien expulsó a todos los invitados y despidió a los empleados ebrios.


Don Manuel exigió saber quién era el padre del niño y ordenó que se casaran de inmediato para preservar el honor de su hija. Sin embargo, la joven afirmó que no había estado con ningún hombre y que era virgen. Esto desconcertó a su padre, y al día siguiente, consultaron al médico de la familia, a pesar de que él también había sido despedido de la fiesta. El diagnóstico fue el mismo: embarazo. Desesperado por conocer al padre, don Manuel no obtuvo respuestas de su hija y finalmente decidió enviarla al extranjero para dar a luz y evitar los rumores locales.


Un año después, la joven regresó con un bebé, pero afirmó que era hijo de una empleada. Sin embargo, la gente comenzó a sospechar, ya que siempre estaba cerca del niño. Don Manuel, furioso, la castigó y la acusó de mentir. En un momento de dolor y desesperación, ella declaró que el niño era hijo del diablo, el hombre con pezuñas de animal que había bailado con ella. Esto confundió aún más a su padre, quien buscó en vano a alguien conocido como "el diablo".


Una noche, don Manuel tuvo una pesadilla en la que vio a su hija con un hombre de pezuñas de animal, llevando al niño de la mano. Despertó asustado y recordó las palabras de su hija. Corrió a buscarla en su lugar de encierro, pero ella y el niño habían desaparecido sin dejar rastro. Aunque inicialmente trató de buscarla discretamente, finalmente anunció que se había ido al extranjero nuevamente. La realidad de lo que le sucedió a su hija nunca se supo, y don Manuel quedó atormentado por la incertidumbre hasta el final de sus días.

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