EL MISTERIO DE LA QUINTA MAIDA

 Venezuela es el hogar de muchas leyendas urbanas que han pasado de boca en boca durante generaciones. Leyendas como la Sayona y el Silbón son conocidas por todos los venezolanos. Se dice que los ancianos del campo saben todo, incluso antes de que suceda, como cuando una mujer está embarazada antes de que ella misma lo sepa. En fin, estas leyendas y creencias forman parte del saber popular venezolano.


En medio de estas leyendas, existe una propiedad en Venezuela que ha sido testigo de apariciones fantasmagóricas y leyendas urbanas que han persistido a lo largo del tiempo. Se trata de la Quinta Maida, una casa construida en 1921 por un hombre llamado Carmelo Jiménez. Carmelo, originario de Yaritagua, estado Yaracuy, era un adinerado comerciante propietario de Mercantieles del Globo.


Hace muchos años, en la ciudad de Barquisimeto, estado Lara, Venezuela, se alzaba una mansión que aterrorizaba a los lugareños. Era conocida como la 5ª Maida, una construcción de 1921 que se alzaba frente al parque Ayacucho, inaugurado en 1933. Su historia se entrelazaba con la de un país convulso y cambiante, cuando Venezuela se llamaba Estados Unidos de Venezuela y los presidentes eran una incógnita.


La mansión fue ordenada por Carmelo Jiménez, un comerciante obsesionado con una bailarina francesa de la compañía Filo Vagontier. En su amor desmedido, decidió replicar casas parisinas para ella, pero la bailarina desapareció después de pedirle dinero prestado. Carmelo, marcado por ese amargo recuerdo, alquiló la casa y luego la vendió a Cruz María Yepes Gil.


Cruz María, miembro de una familia ilustre, regaló la 5ª Maida a su esposa, Julia Elena Joubert León. Pero detrás de esta aparente historia de amor y prosperidad, había una trama oscura. Los antecedentes familiares eran inquietantes: matrimonios truncados por desgracias inexplicables y una historia de celos que resultó en la muerte de un albañil.


Este trágico episodio llevó a Carmelo a alquilar la casa, que finalmente vendió a Cruz María Yepes Hill, un hombre de una familia influyente de la época. Cruz María regaló la casa a su esposa, Julia Elena Joubert León, y juntos se mudaron con sus hijos, Edgar y Bella Elena. Más tarde, nació Maida Josefa Yepes Hill, y la casa fue bautizada con su nombre.


La casa, testigo de tragedias y secretos familiares, se convirtió en un lugar de tormento. Cuando Julia, apodada "Yuya," regresó en la década de 1970, afirmó que la mansión estaba plagada de espíritus malignos y fantasmas. Los ruidos de caballos y carretas resonaban en las noches, aunque no existía ninguna caballería cerca.


Tras su partida, Edgar, el hijo de Julia, intentó vivir en la mansión, pero la presencia paranormal lo atormentaba. Ruidos inquietantes y apariciones misteriosas lo forzaron a abandonarla. La casa quedó relegada a ser utilizada para eventos y fiestas de la familia, pero incluso esos momentos festivos estaban empañados por una sombra que parecía imposible de disipar.



La tragedia volvió a acechar cuando una sobrina de Cruz María planeó su boda en la 5ª Maida. Tras adquirir todo el ajuar para su evento, su avión se estrelló en un páramo de Trujillo. Ahora, se dice que su espíritu vaga alrededor de la mansión, vestida de blanco, danzando en las noches.


La casa pasó por diversas manos y se intentó vender y demoler, pero los vecinos y la protección legal la mantuvieron en pie como un patrimonio cultural intocable. Se dice que la sobrina de Cruz María, que planeaba casarse en la casa pero murió en un accidente aéreo, todavía vaga por la propiedad vestida de blanco, bailando en las noches.



A pesar de todos estos sucesos sobrenaturales y tragedias, la casa continuó en pie. Cuando se intentó vender y demoler, la comunidad se opuso enérgicamente, protegiendo la 5ª Maida como un patrimonio cultural, intocable por la ley. Por lo tanto, la mansión permanece abandonada, un monumento a su turbulento pasado y los terrores inexplicables que acechan en su interior, esperando a que alguien valiente o insensato se atreva a desentrañar la verdad detrás de su historia aterradora.


Actualmente, la Quinta Maida está bajo custodia y resguardo de personas que venden piña en las afueras de la propiedad. Si les preguntas acerca de la casa, evitarán hablar o simplemente responderán con un rotundo "no," como si algo les impidiera compartir los misterios que encierra esta tenebrosa mansión. La leyenda de la Quinta Maida sigue viva, alimentando la fascinación y el temor de quienes se aventuran cerca de ella.

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